La huella de carbono es un indicador que a través de un inventario mide la producción de gases efecto invernadero (GEI) generado por las diferentes actividades de personas, empresas, eventos, etc., que se derivan de la producción de energía, quema de combustibles fósiles (como el carbón, el petróleo y el gas natural), generación de metano por los residuos generados y otras actividades productoras de GEI. El resultado de nuestro impacto sobre el ambiente está medido en toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e).
Con la huella de carbono, se pretende que las empresas puedan reducir los niveles de contaminación mediante un cálculo estandarizado de las emisiones que tienen lugar durante los procesos productivos. El certificado de la huella de carbono no es obligatorio, pero muchas empresas están interesadas en que sus productos lleven la etiqueta que certifica los valores de dióxido de carbono de sus productos ya que así los consumidores podrán optar por los productos más sanos y menos contaminantes.
Cómo reducir la huella de CO2
Conceptos básicos. El CO2 proviene de la quema de combustibles fósiles, es decir, sustancias como el petróleo, el carbón o el gas natural creadas en el interior de la Tierra hace millones de años y en las que se acumuló el carbono presente entonces en la atmósfera. Al quemarlos inyectamos a la atmósfera un CO2 que estaba atrapado. Por tanto, ¿es lo mismo consumir materia vegetal que carbón? No exactamente. El carbón genera nuevas emisiones, mientras que las plantas capturan el ya existente, vuelven a emitirlo cuando se queman y lo capturan de nuevo al crecer. Los combustibles producidos con grano o azúcar o las calderas que queman restos vegetales tienen esa virtud. De ahí su auge.
Sentido común. Con las premisas anteriores, es fácil tomar decisiones en el día a día. La consigna es evitar el gasto superfluo de energía. Y después, intentar que los consumos sean lo más renovables posibles.
Las empresas también. No sólo los ciudadanos concienciados se preocupan por medir su huella ecológica. Cadenas de tiendas como Wal-Mart pretenden ser 'carbon' 'neutral', es decir, aspiran a un balance cero de CO2. Los supermercados Tesco, en Gran Bretaña, colocarán a cada producto una etiqueta que indique el carbono generado en su producción, embalaje y transporte. Es lo que han llamado 'carbon label' , que creen tan importante como el precio o la composición.
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